El aroma a madrugada hacia rato que se mezclaba con el de las ollas sucias y el alcohol derramado, la luz del bar ya era tenue y lo único que se escuchaba era el murmullo de los pocos que quedaban en la cocina.
Fue ahí cuando el chillido de la puerta vaiven desgarro las voces para que el silencio le diera paso a nuestro barman.
Pituco solo dio un paso en la cocina y se frenó, tenia los ojos inyectados y la mirada fija en la nada, llevaba la camisa rasgada como si hubiese peleado con un tigre, pero no había sangre,sus rulos se alborotaban entre los auriculares que alguna vez le regalo Jose Maria Muñoz, sin mirar nada se los quito y los dejó como coronando una Jack Daniels y desde el viejo discman Coby salió expulsado este disco.
Nadie se animó a preguntar nada, él tampoco habló, camino entre los sartenes, las cajas y las botellas con una rara mueca en su boca, como si hubiese visto el mal de los males, como si hubiese conocido el mejor de los placeres, caminó y solo se detuvo frente a los cuchillos, el brillo de los filos lo iluminaron aún mas, hizo una pequeña reverencia y desapareció entre las brumas de la madrugada.
3 comentarios:
El disco, lo estoy bajando, ni se de que se trata, ahora el comentario de Pituco, de los mejores, en la línea del gran Bucowsky...
Capo, me llevo el disco, te perdono las tildes y mencantó el post, como bien lo dicen, muy bukowskiano!
el coby y el j-win, las dos grandes marcas de la década...
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